(Ésta es la segunda parte de este post)
(En enero de 2011, y gracias al concurso Jóvenes periodistas del CICR, tuve la fortuna de visitar la misión del CICR en Filipinas para reportar sobre la situación de los jóvenes. Este post es parte de una serie que escribí sobre esta visita. Da click aquí para ver el resto de los posts.)
La segunda comunidad que visitamos era más grande que la primera. Y, en esta ocasión, nos enfocamos en conocer a los jóvenes que vivían en ella. Como pueden ver, no eran pocos.
Muchos de ellos eran tímidos, pero se pararon alrededor para ver qué pasaba. Este grupo incluía a esta chica que se paró detrás de la reja de la zona de reunión para escuchar lo que se decía. Volteó a verme y rió un poco cuando apreté el botón de la cámara.
Los niños son simplemente niños en cualquier lado, ¿hm? Estas personitas encantadoras se divertían mientras los demás platicábamos. ¡Lo que es tener cuatro años!
Caminamos alrededor para encontrar a más jóvenes que quisieran compartirnos sus experiencias. Para mí fue interesante encontrar a adolescentes como él…
…conviviendo con los más jóvenes de la comunidad.
Me la pasé bien aprendiendo sobre lo que les importa a ellos, lo cual he cubierto en mi artículo y en otros posts de este blog.
Y bueno, ¿cómo podría uno pasarla mal cuando gente linda viene a decir hola?
¡O cuando están dispuestos a contarte todo sobre los instrumentos de juego que ellos mismos inventaron!
O cuando puedes chismear sobre la foto en el teléfono de ese chico.
Me dio tristeza despedirme de esta comunidad. Tener a éstos tres diciéndonos adiós mientras nos acercábamos a la camioneta hizo que la despedida fuera todavía más nostálgica.
Pero de verdad me encantó hacer esta visita. ¡Y espero que ustedes tengan una imagen de la vida en el Maguindanao rural después de ver estas fotos!
Créditos de imágenes: © ICRC/García Montes, Mariel
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