El domingo 28 de octubre fue la gran premiere de Sin Filtro, un programa transmitido a las 23 en Foro TV, y que tiene como fin incluir las voces de los estudiantes al debate sobre los hechos contemporáneos en México. Para quienes lean este post desde fuera: sepan que Foro TV es un canal de la televisora más grande de México (blanco de protesta del reciente #yosoy132); y que el formato que adopta el programa es el que acá llamamos “Programa político de domingo por la noche”, que consiste en una mesa donde un grupo se sienta alrededor de una mesa a discutir un tema de actualidad. Acá posteé unas notas de la emisión para gente que no podía ver Foro TV desde fuera.
Estimado @genarolozano:
No puedo hablar de las intenciones detrás de todas las bocas que han comentado Sin Filtro, pero me parece que tú y los involucrados en el programa han recibido críticas que, en vez de ser constructivas, más bien han sido lanzadas desde una visión falta de empatía y de respeto por el esfuerzo que requiere aparecer en un medio masivo, y por el alcance que esto mismo puede tener. Me da pena que no todos les concedan ese logro, por lo que así quiero iniciar mi carta: felicitándolos, en especial a ti, por el esfuerzo que hicieron y que fue visible en la primera emisión del programa.
Lo que más interesante me pareció de la misma fue el segmento de justificación del programa y de la participación de los presentes, y sobre ella escribo esta carta. Al conceder que ustedes han sido objeto de críticas poco constructivas, queda implícito que entiendo por qué decidieron defenderse de las críticas radicales que les han lanzado… Pero no quita que piense que hay críticas más moderadas y, al mismo tiempo, de mucho mayor alcance, que no han sido cubiertas inclusive en la primera emisión. Muchas de éstas tal vez hoy no pueden recibir una respuesta satisfactoria porque, finalmente, sólo se puede empezar a trabajar con lo que ya se tiene y con quien ya se conoce… Pero, dado que Sin Filtro parece ser un proyecto al menos a mediano plazo, el afán de esta carta es revivir las críticas que, considero, deben ser primordiales para Sin Filtro sobre la marcha.
Se trata de un asunto que sospecho que reconoces, pero que no me parece se deba dejar en segundo plano: los datos demográficos de los participantes de la edición. Dejando bonditudes a un lado, mi profesora de lingüística, al escucharlos, aseguraría que en el programa había dos dialectos; los dos pertenecientes a la clase alta del Distrito Federal.
Se empieza a trabajar con lo que se tiene y con quienes se conoce, pero aquí va una pregunta sincera: cuando en un programa hay seis chicos de una universidad privada del DF y un solo asiento que puede ser ocupado por estudiantes de otros contextos, ¿qué grupo social tiene la voz más alta en el programa?
Aceptando que inclusive en un entorno así sea posible dar un espacio igualitario a estudiantes-no-itamitas-o-chilangos, otra pregunta: si la selección será hecha entre las voces prominentes, como la de Antonio Attolini… o entre las voces involucradas en la política, como las de los estudiantes de ciencias políticas… ¿Qué pasa con la voz del estudiante de medicina de Apango, Guerrero, que nunca fue a una asamblea, nunca dio una entrevista, ni tutea a los diputados de su Estado? De nuevo: ¿Qué grupo social tiene la voz más alta en el programa?
Si los jóvenes que quieran ser escuchados tienen que participar en las redes sociales, ese medio democrático [para los que entran en ese 33% de conectividad, recordemos]… ¿Qué pasa con la voz del estudiante de la telesecundaria en Chiapas donde no sólo no hay Twitter, sino que tampoco hay clases de español? Otra vez: ¿Qué grupo social tiene la voz más alta en el programa?
Pongámonos más radicales: si Sin Filtro está ahí para bajar la media de edad de los participantes en la TV, ¿qué pasa con la voz del chico de 16 años que ya no es estudiante, sino que está chambeando en lo que su hermano consigue llegar al otro lado? ¿Cómo podemos justificar la equivalencia entre juventud y estudiantes en un país con 7 millones de ninis, 200,000 niños que trabajan, y 80% de la población mayor de 24 años sin un título de educación superior?
Me queda claro que ustedes están escogiendo las batallas que consideran vale la pena ganar: traer jóvenes al debate legal, económico, político especializado. Hablar de leyes. Mostrar que, entre los jóvenes, hay “calibre”. ¿Pero de verdad ése es el mejor propósito en una noche de emisiones de mesas redondas similares, con expertos de excelente calibre? ¿Por qué no mejor apostar por traer esas voces que no son producto del análisis que puede hacer uno en calidad de abogado o politólogo, sino en calidad de joven que probablemente nunca plantará un pie en San Lázaro?
Y es que ser chilangoitamita no es malo (yo seré chilangopuma y no tengo que tomar exámenes en sábado, pero, para alguien de Nuevo Progreso, somos harina del mismo costal). Lo malo es que 6 de 7 plazas sean chilangoitamitas politiqueros tuiteros en un país donde el 99% de los jóvenes no lo son, y en un medio donde tradicionalmente ha habido bastantes chilangoitamitas politiqueros tuiteros, aunque ya tengan canas y colmillos bien afilados.
Esta carta no es un llamado para que saquen a los participantes de la primera emisión y empiecen de cero. Cada uno de ellos me parece digno de una voz pública, y, “ya embarcados”, me parece genial que sean ellos quienes levanten el proyecto. Aquí la propuesta: creo que no sólo se puede aprovechar mejor sus talentos, sino también permitirles crecer de maneras que los recintos universitarios no promueven, si se les pide no que sean ellos quienes analicen la ley de TV en México y Argentina, sino que salgan de la Condesa y del DF y de Twitter y busquen las opiniones del 99% que, de otra manera, nunca tendrá voz en los medios.
Finalmente, ¿Por qué escribo a ustedes esta carta, y no a la señorita Laura? Porque ustedes tienen una responsabilidad especial: se les dio un espacio televisivo que ustedes defienden bajo el eslabón de la democratización de medios. Llegará el día en que los participantes incorporen sus opiniones, a través del proceso tradicional, al Congreso y a los medios. Espero ese día podamos saber que Sin Filtro fue una oportunidad para ellos de conocer a la juventud de su país, y no sólo una plataforma para firmar contratos.
Confío en ustedes.
Mariel García, @faeriedevilish y estudiante de Filosofía en FFYL-UNAM