¿Qué tal? Ricardo Flores Magón en un mural de protesta sobre migración en Nueva York.
“Lo que el hombre necesita para poder gozar de la belleza y evitar las luchas fratricidas en medio de la armonía universal, es ser libre. Entonces y sólo entonces podrá hacer oír su voz en el vigoroso concierto de la vida y encontrará para sus ojos una función más noble que la de verter lágrimas y para su corazón algo mejor que ser el refugio del odio y del dolor”.
– Ricardo Flores Magón en su carta a Ellen White, 14 de diciembre de 1920
“Ricardo Flores Magón” es un nombre “oído por ahí”. Con su mención en unas cuantas clases de la Revolución Mexicana (pero, sobre todo, con una avenida y una estación de metro capitalinas en su honor), Ricardo Flores Magón se ganó un lugar en el conglomerado de “hombres importantes para la historia del país, pero cuyos logros serán conocidos, tal vez, para su madre y no más”.
No me da por evangelizar al mundo sobre las joyas de la filosofía, pero me parece buena fecha para hablar acerca de uno de los personajes más complejos de la filosofía mexicana. Hoy, hace 90 años, Flores Magón murió encarcelado en Kansas, de manera tan enigmática como lo fue la voluntad de poder que le llevó a la cárcel por disidente tantas veces… empezando con una condena de dos días, y acabando con una de veinte años.
De Ricardo Flores Magón se dice principalmente dos cosas: que fue el precursor ideológico de la Revolución Mexicana (un atributo debido, en parte, al papel del Estado Mexicano en el reconocimiento de este personaje posteriormente a su muerte), y que era un rebelde de los de hueso colorado. Pocas veces se menciona que Díaz le ofreció la “Vicepresidencia” de México en una de sus tantas encarcelaciones, y que su rebeldía fue “progresiva”: empezó contra Díaz, y terminó contra la Constitución.
Su apoyo a la revolución y sus no pocas menciones sobre la lucha de clases harían a la actual derecha mexicana desestimarlo como uno más de esos rojillos, pero aquí viene lo que me parece especial de este personaje: su manera de expresar la profunda creencia en la supremacía de la libertad económica sobre la libertad política incluía líneas que harían a Friedman llorar de alegría.
Y es por eso que Flores Magón es uno de los pensadores que, a lo largo de mis cuatro años de carrera, dejó una impresión profunda en mí: en ningún otro pensador he encontrado una defensa del liberalismo, de la libertad, tan bella, tan llena de sentimiento, como la del mexicano Flores Magón. Ni los versos más bellos de Martí, ni la pluma de Kant, ni los versos sin esfuerzo de Berlin, en mi opinión, son tan poderosos en la defensa emotiva de la libertad. Sus ideas no satisfarán, en general, a los liberales que no caen en lo anárquico o que se vomitan con cualquier alusión a Marx… Pero, estéticamente, dudo encuentren algo mejor hecho.
Por eso, este 21 de noviembre, les haré una de las pocas recomendaciones literarias que les haré en toda la vida: lean un poco de Ricardo Flores Magón. Acá hay un PDF; FFyL-UNAM seguro pondrá videos de las pláticas hechas ayer y hoy en su honor, y mucho hay en internet. Pero, en especial: si son liberales pero su apreciación por la libertad se ha perdido entre palabrerías académicas, busquen la carta de Flores Magón a Ellen White citada al principio. Hasta a mis compañeros más conservadores, más difíciles de conmover, les sacó la lagrimita.