(En enero de 2011, y gracias al concurso Jóvenes periodistas del CICR, tuve la fortuna de visitar la misión del CICR en Filipinas para reportar sobre la situación de los jóvenes. Este post es parte de una serie que escribí sobre esta visita. Da click aquí para ver el resto de los posts.)
(Uno de los socios principales de la organización es el Davao Jubilee Center, acerca del cual escribí esta nota para la oficina del CICR en Filipinas.)
Las paredes de madera de Jubilee encierran más historias de vida que las que uno puede apreciar a simple vista. Los talleres en los que son producidas sus prótesis son ocupados por técnicos que pueden ser contados con los dedos de una mano, y que en número tampoco son superados por los terapistas que apoyan a los beneficiarios en el curso para usar las nuevas prótesis. La sala de espera fácilmente se llenaría si dos pacientes llevaran a sus familiares (y hablo sólo de los familiares inmediatos). Sin embargo, un pizarrón lleno de nombres de beneficiarios, sus causas de visita y otros detalles médicos permite visualizar el número de personas que pasan por este centro cada mes. Después de todo, 25 años de vida de un proyecto local son más que suficientes para crear fama en una comunidad en la que la necesidad de servicios como los provistos por Jubilee es inagotable.
En Jubilee se apoya a gente de capacidades diferentes (y a los que los rodean) de diferentes maneras: se hace evaluación de capacidades auditiva y visual, misiones médicas, producción de prótesis, rehabilitación… Y, aunque no forma parte de sus objetivos oficiales, también se le da esperanza a los beneficiarios a través de todo servicio que provee. En conversaciones informales acerca del proyecto, los éxitos no son medidos sólo a través de números de prótesis dadas, o de rehabilitaciones completadas; también son medidos con los testimonios de beneficiarios llenos de una fe nueva, devuelta, en las posibilidades de empleo, autosuficiencia y felicidad que previamente pensaban nunca existirían para ellos.
El CICR contribuye a la misión del Davao Jubilee Center en el área de prótesis; las prótesis son una de las distintas necesidades de las personas afectadas físicamente por el conflicto armado. El apoyo dado por el CICR a este centro adopta distintas formas: desde becar directamente a víctimas del conflicto para que puedan recibir prótesis producidas en el centro, hasta apoyar a los trabajadores del Centro para que puedan obtener certificaciones de tecnología ortopédica en Camboya. Desde construir áreas de entrenamiento adecuadas en las que los beneficiarios se puedan acostumbrar a sus prótesis hasta apoyar a los trabajadores en la transición al uso de nuevas, más eficientes tecnologías de prótesis.
El día que visitamos Jubilee, conocimos a dos beneficiarios del programa de prótesis del CICR. Uno de ellos estaba pasando por el curso de entrenamiento (para el uso de prótesis) por primera vez, y el otro había pasado por el mismo curso hacía años, y entonces trabajaba en Jubilee como un técnico de prótesis (y alimentando al personal y a los beneficiarios, quienes dicen que prepara un curry de pollo sensacional). A pesar de las diferencias en sus vidas, ambos llegaron a Jubilee por la misma razón: ambos perdieron una de sus extremidades a balas perdidas mientras trabajaban en sus huertas en casa. Dijeron poco acerca de estos incidentes, pues no les parecían tan importantes; para ambos hombres, el momento clave en su historia fue aquél en el que tuvieron que convencer, no a sí mismos sino a sus familias, de aceptar la amputación propuesta por los médicos.
“Tuve que decirle a mis familiares que me fueran a comprar algo en la tienda para que se fueran del hospital mientras yo firmaba las formas de consentimiento médico”, dijo el beneficiario que hoy trabaja en Jubilee. No dijo mucho acerca de qué pasó entre ese momento y su llegada a Jubilee; sin embargo, podemos inferir que hubo muchos días de dificultad moral en los que se acumularon los sentimientos que los pacientes que él ve cada mes expresan. Él dice que los puede entender gracias a su experiencia: entiende que muchos están confundidos acerca de lo que deben saber, y que muchos arrastran la falta de esperanza con la que viven desde el momento en que se convierten en pacientes amputados. También dice que, “cuando llegan, no saben cómo sonreír.”
Pero, después de un tiempo, estos sentimientos comienzan a cambiar en el otro evento que es clave para estos dos hombres: el día en que prueban la nueva prótesis por primera vez. Cuando les preguntamos cuál había sido la parte más difícil de la rehabilitación, el actual paciente de Jubilee contestó, sin dudar un solo segundo, que fue el momento en que se tuvo que parar apoyado en ambas piernas. Y eso es algo que tal vez no se nos ocurre a los que nunca hemos tenido una amputación, pero que todos los beneficiarios entienden: el centro de equilibrio que controla los más grandes movimientos del cuerpo tiene que cambiar para adaptarse a la nueva extremidad.
Pero ambos dijeron que el sentimiento de impotencia es sustituido por esperanza cada día que pasan por el circuito, entrenándose para navegar por concreto, piedras, tierra y escaleras con su nueva extremidad. El actual paciente de Jubilee dice que a él le entusiasma la idea de regresar caminando a su trabajo (ha sido un operador de radio los últimos 7 años); el técnico de prótesis (y experto del curry) disfruta dejar atrás a los otros peatones cuando viaja por la ciudad.
Ambos sonrieron bastante a lo largo de la conversación que tuvimos con ellos. Tal vez Jubilee debería mencionar “enseñar a los beneficiarios cómo sonreír de nuevo” como uno de sus logros.
Créditos de imágenes: © ICRC/García Montes, Mariel
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