(En enero de 2011, y gracias al concurso Jóvenes periodistas del CICR, tuve la fortuna de visitar la misión del CICR en Filipinas para reportar sobre la situación de los jóvenes. Este post es parte de una serie que escribí sobre esta visita. Da click aquí para ver el resto de los posts.)
El ambiente en que me muevo está obsesionado con cualquier cosa de sabor a juventud. Activismo juvenil, voces juveniles, cultura juvenil. No dudo por siquiera un momento que hay muchas explicaciones intuitivas que muestran que éste es un paso natural para ciertas sociedades, y no pienso que, en principio, esto sea algo malo. Finalmente, los jóvenes han sido tradicionalmente una minoría en la toma de decisiones (y lo siguen siendo en muchos contextos).
Pero creo que esto se convierte en un problema, como toda lucha de una minoría que culmina en su propia glorificación, cuando nuestras percepciones colectivas luchan tanto para enfocarse sobre este punto ciego que de repente se les olvida que hay otras cosas que también debemos considerar. Y creo que los desafortunados en este proceso son los que fueron tradicionalmente favorecidos cuando los jóvenes no lo fueron: la gente de mayor edad.
Pienso que, al enfocarnos en Todo Lo Que Tenga Que Ver Con Jóvenes, hemos perdido apreciación por cosas que vienen con la edad – experiencia, arrugas, (paradójicamente) nuevas perspectivas. Es rara la ocasión en que se reconoce a aquéllos que tienen logros espectaculares en su repertorio, pero que nacieron antes de 1980. Y este post tiene como objetivo reconocer los logros de dos individuos fuera de serie que conocí durante mi visita el CICR en Filipinas.
No; no son emprendedores sociales de 13 años que ya cuentan con start-ups en su currículum… pero sí lo fueron hace 60 años (más o menos). Y se han quedado en ese mundo bastante tiempo para seguir revolucionando el mundo que busca crear el cambio en sus comunidades.
Por favor conozcan al Sr. Antonio T. Uy, Presidente de la Junta de Directores de la Cruz Roja Filipina, y a la Sra. Bai Fatima, Presidenta de la oficina de Cotabato de la Cruz Roja Filipina; eternos trabajadores de la Cruz Roja Filipina, activistas inspiradores, y verdaderos rockstars para los ojos de los Jóvenes de Cruz Roja Juventud con los que trabajan.
El Sr. Uy llegó a la Cruz Roja Filipina en 1956 porque, como buen scout, necesitaba aprender lo básico sobre primeros auxilios. Desde entonces, no ha dejado la institución, pero dice que su jubilación ahora está cercana.
Él siente orgullo cuando hace una retrospección de sus logros para la CRF, y, en mi opinión, se lo merece completamente. Uno de sus logros favoritos es la construcción de la actual oficina de la CRF, oficina de Davao City, y que provee un espacio adecuado para todas las actividades de Cruz Roja Juventud, donación de sangre y servicios públicos. Él participó en el proceso entero.
A pesar de ser el Presidente de la Junta de Directores, él habla con cariño acerca de su trabajo con Cruz Roja Juventud. Dice estar orgulloso de haber sido el primero en sugerir que una posición en la Junta de Directores fuera dada automáticamente a un representante de Cruz Roja Juventud por la contribución de este equipo a la institución (¡recuerden que el 75% de la fuerza de trabajo de la CRF viene nada más de los jóvenes voluntarios!), y por la necesidad de considerar a los jóvenes en la toma de decisiones.
Su memoria favorita de los últimos 55 años de servicio, dijo, corresponde al momento en que llegó a una de las bodegas en las que los voluntarios estaban preparando la distribución de bienes de emergencia que se llevaría a cabo en una comunidad afectada por un desastre natural. Dijo que volteó a su alrededor, listo para dar instrucciones, y se dio cuenta de que no tenía que dar una sola.
Los jóvenes voluntarios ya estaban organizados, y ejecutando los trabajos que se habían autoasignado. Los jóvenes que entrenó ya no lo necesitaban para responder a una emergencia eficientemente. Y eso, dice, fue el mejor momento en su carrera entera.
La Sra. Bai Fatima todavía no habla acerca de su jubilación. Para ella, hay mucho por hacer todavía; y creo que este hecho dice mucho acerca de la personalidad de esta mujer que, adentrada en su séptima década de vida, es uno de los pilares principales de la oficina de la CRF para la cual trabaja.
Habiendo vivido durante toda su vida en una región que ha sido afectada por el conflicto desde mucho antes que ella naciera, ella ha tenido que soportar el dolor que ha venido con cada pérdida de un familiar, de un amigo. No son pocas sus historias de este tipo. Y eso la ha hecho una mujer fuerte que no se quiebra cuando muchos otros hombres y mujeres sí lo harían.
No duda en su discurso. Habla claramente, siempre de manera directa, con elocuencia. Puede hablar acerca de eventos, personas, cualquier tema que se le deje en las manos, sin necesidad de una pausa. El discurso fluye desde su boca con seguridad. Su expresión es firme la mayor parte del tiempo, pero no duda en sonreír o reír cuando la ocasión lo amerita.
El trabajo de Bai Fatima para la CRF adopta distintas formas. Como la Presidenta de su oficina local, participa en la toma de decisiones acerca del trabajo de la institución en su comunidad; también se encuentra en contacto con beneficiarios de los programas de la CRF y el CICR, y promueve la comunicación entre todos los relacionados; también es mentora de los voluntarios de Cruz Roja Juventud que se reúnen en la misma oficina.
Cuando entrevistamos a estos voluntarios para conocer más acerca de sus vidas, Bai Fatima fue un tema recurrente. Una joven con entrenamiento en el campo médico dijo que una de las cosas más importantes que ella personalmente se lleva de su experiencia con la CRF son las enseñanzas de Bai Fatima: cómo ser fuerte ante la adversidad; cómo tener una mente lista cuando necesitaba tratar con personas que se encontraban en una situación de estrés; cómo no darse por vencido después de una mala experiencia.
Estoy eternamente agradecida por haber tenido la oportunidad de agregar a estos dos verdaderos ejemplos a mi lista de rockstars.
Créditos de imágenes: © ICRC/Dalumpines, Joey Sem; García Montes, Mariel
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