(En enero de 2011, y gracias al concurso Jóvenes periodistas del CICR, tuve la fortuna de visitar la misión del CICR en Filipinas para reportar sobre la situación de los jóvenes. Este post es parte de una serie que escribí sobre esta visita. Da click aquí para ver el resto de los posts.)
En 2007 estaba en quinto año de bachillerato y le veía poca utilidad a las cosas que estaba haciendo para obtener mi certificado de estudios. Eso de hacer disecciones en cerebros y aprender las propiedades de los elementos químicos era divertido, interesante a lo mucho; sin embargo, como muchos de los que pasan por lo que es nuestra versión de la educación media superior, no me pareció encontrar conocimiento significativo a través de esas prácticas (y sigue sin parecerme).
Tal vez es porque la mayoría de las cosas me parecían poco interesantes que aún puedo recordar con claridad lo que hizo mi estancia en el bachillerato más sobrellevable, hablando académicamente. Fue en 2007 que me encontraba grabando en mi cerebro una de las memorias más vívidas que tengo hasta la fecha. Durante una noche de viernes-madrugada de sábado. En casa. En mi escritorio. Estaba trabajando con vehemencia en la elaboración de un manual de debate sobre propiedad intelectual y patrimonio cultural intangible para niños de secundaria.
No tenía fechas de entrega, estimulantes ni insomnio. Tampoco estaba esperando texteo borracho de amigos para entretenerme. Se trataba sólo de mí y de mi meta: hacer que temas tan complicados y fascinantes como los de las políticas culturales fueran fáciles para el debate de los chicos de 13 a 15 años.
Hasta la yo cínica de entonces sabía que ahí había algo. No, no la creación de contenido verdaderamente esclarecedor ni nada por el estilo. Sólo sabía que era raro que algo así me alejara de mi almohada. “Podría vivir de esto, creo. Lo disfrutaría.”
Cuatro años después, estoy en un avión que va a Tokio. En unas horas estaré llegando a Manila para visitar la misión del CICR en Filipinas. La meta: crear materiales basados en esta experiencia para crear conciencia sobre el papel de los jóvenes en las situaciones de conflicto armado, y en el movimiento de la Cruz y Media Luna Rojas.
Gracias al CICR por esta oportunidad; a Global Changemakers por permitirme conocer sobre ella, y a los héroes locales de Modelo de ONU en la Ciudad de México que me hicieron comenzar en este juego. Salamat po!!
Ah, y para crear un contraste para la gloria de los párrafos que acabo de escribir, aquí una foto mía (cortesía de illuminarti) al inicio del viaje.
Gracias por su atención.